Por Pruden Martín, CEO Grupo Emotiva Liderea
Allá por el mes de abril del pasado año, y en un encuentro entre familias del equipo de fútbol en el que juega mi hijo mediano, al aire libre y cumpliendo las normas higiénicas establecidas, tengo la suerte de compartir mesa con Berna Cerdán.
Berna, como así le gusta que le nombren, es el papá de uno de los compañeros de equipo de mi hijo. Siempre había percibido a Berna como una persona alegre, positiva, afable, desenfadado. Con un elevado sentido de la responsabilidad familiar, y con un sentido del humor envidiable.
Afronto aquel encuentro con alegría y motivación por compartir un agradable día, inconsciente de lo que iba a descubrir minutos más tarde…
Como es habitual, por la predisposición positiva normal en este tipo de encuentros, reinaba la armonía y “las risas” originadas por las bromas distendidas y las ganas de “pasarlo bien”.
En este contexto, arranco una conversación con Berna en la que profundizamos sobre nosotros mismos, nuestra vida, nuestra historia, nuestras motivaciones, etc. Y es aquí cuando, a través de la historia de vida de Berna, comienzo a darme cuenta de que tengo delante de mí, a una persona integra, luchadora, con una actitud de superación encomiable y unas ganas de vivir dignas de todo un campeón. Emocionado, sigo escuchando con atención, y conecto a nivel emocional con todo lo que él estaba compartiendo conmigo de manera generosa.
Berna es un apasionado del ciclismo, deporte que desde bien joven practica, y en un día de entrenamiento con su club, el efecto shimmy del manillar de su bicicleta hace que Berna salga “disparado” cayendo sobre el asfalto en un accidente casi mortal. Accidente en el que le comunican que no va a volver a montar en bicicleta, y que desconocen si podrá volver andar…
Berna, nada más escuchar estas palabras, reacciona y contesta: “Bueno, eso ya lo veremos.”
Qué importante es el punto de vista con el que afrontamos la vida. ¿Qué habría sucedido si en el momento en el que Berna despierta, su actitud hubiera sido negativa y derrotista? ¿Cómo estaría en la actualidad si hubiera interiorizado que no volvería a montar en bicicleta nunca? ¿Cuál habría sido el desenlace si de verdad se rinde a volver a caminar?
En Grupo Emotiva Liderea, creemos en la actitud, creemos en la capacidad de superación, y sobre todo, creemos en las personas. Y es por esto que queríamos contar la historia de Berna. Una historia inspiradora, influyente y que evidentemente, nos enseña mucho a cerca de lo que las personas somos capaces de conseguir cuando creemos y nos comprometemos con algo, y que evidencia el poder que ostentamos cuando mantenemos nuestra mente positiva, por muy negativo que sea el contexto.
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